Orientación a los Padres
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Escuche atentamente lo que su hijo quiere decirle:
Es importante que el niño sienta que, cuando
habla, su interlocutor lo escucha y le presta atención. Un esfuerzo por "mejorar
sus hábitos personales de escuchar" serán de gran ayuda para facilitar la
comunicación entre Ud. y su hijo. Para lograrlo le sugerimos este ejercicio
de cuatro etapas:
¿Qué tópicos le interesan a Ud.?
¿Varía
la intensidad con que escucha, de modo que a veces sólo oye una pequeña parte
de lo que dice su hijo y en otras ocasiones está pendiente de cada palabra?
¿Le escucha Ud. con paciencia sin interrumpir lo que dice?
De todo lo que
dice él ¿cuánto oye Ud. de verdad?
¿Cuánto habla él y sobre qué?
¿Cómo reacciona
Ud. cuando él le interrumpe mientras dice Ud. algo importante?
¿Cada cuánto
le mira Ud. directamente al hablar con él?
Le recomendamos que apunte sus
observaciones. El prestar atención a su modo de escuchar será la base de las
tres etapas siguientes.
Ejemplos. ¿Le habla a Ud. con gimoteos aunque
les habla naturalmente a otras personas? ¿Tiene miedo cuando habla con ciertos
familiares? ¿Se le nota una inflexión ascendente al pronunciar el nombre de
"mamá" sobre todo cuando quiere atención? Repite palabras más al hablar con
unas personas que con otras? Al hablar con muñecos o compañeros imaginarios
estando solo ¿habla sin dificultad? En esa situación ¿habla con más confianza
y autoridad de las que emplea con la mayor parte de las personas?
Ud.
terminará escuchando con mayor comprensión si sigue estas tres etapas, y aprenderá
a reaccionar debidamente tanto al sentido de las palabras como a los sentimientos.
En esto estriba la buena comunicación. A medida que vaya estando más consciente
de la necesidad de escuchar (y a veces de no escuchar), Ud. descubrirá modos
de reconocer lo que es importante para su hijo sin abandonar el trabajo o
las diversiones cotidianos. Ud. encontrará medios de comunicarle que los quehaceres
exigen su atención sin escamotear el cariño que siente por él. No obstante,
a veces le será necesario interrumpir sus actividades para hacerle caso.
Trate
de identificar aquellas señales emitidas por su hijo que indiquen que necesita
urgentemente su atención. Usualmente hará esto antes de irritarse o llorar,
lo que suscita otro problema. Es de esperar que no ocurran estas ocasiones
a menudo, y por consiguiente esta medida puede llevar mucho tiempo. Cuando
ocurren, hay que observar las expresiones, las posturas y los movimientos
que indiquen que el niño se centra en sí mismo. Esta necesidad puede expresarse
en un cambio notable de tono de voz, generalmente más bajo, o en vacilaciones
y repeticiones anormales. Es importante que Ud. conozca las señales que utiliza
su hijo para expresar sus necesidades, deseos y sentimientos.
Puesto
que la comunicación y muchas relaciones emocionales dependen de escuchar bien,
Ud. puede ayudar a su hijo a hablar mejor si le escucha mejor. Al concentrarse
en las cuatro etapas que acabamos de explicar, se debe tener siempre presente
que es muy importante escuchar a su hijo con paciencia y alegría.
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Hablar con su hijo es mejor que hablarle a su hijo: Existe una estrecha relación entre el modo
de hablar y el de escuchar. A veces parece que un niño necesita oír muchos
consejos, normas, advertencias, y son los padres quienes se los suministran.
Es natural que la sensibilidad de algunos niños sufra ante tantos "consejos,
recomendaciones y advertencias". Esto se puede evitar mezclando los consejos,
recomendaciones y advertencias con intercambios de ideas y sentimientos. Lo
importante es permitir al niño hablar con naturalidad y franqueza.
Una conversación no es un monólogo, es un intercambio entre dos o más personas.
¿Qué
hace Ud. cuando habla con su hijo? Fíjese si, además de darle los consejos
necesarios, Ud. intercambia con él opiniones y sentimientos. Converse sobre
algún tema que le interese a él, pero que no tengan que ver con su comportamiento.
Pregúntele, en tono amigable, qué ha hecho durante el día y escuche sus respuestas
con interés. Además de escucharle bien, Ud. debe hacerle preguntas y contribuir
a la conversación. No lo critique o reproche durante estas conversaciones,
este tipo de intercambio permite al niño hablar sin nerviosismo, facilitando
una dicción seguida y libre.
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Hay que dar buenos ejemplos de habla a los niños: Es de suponer que los padres siempre tratan
de hablar bien a fin de dar buenos ejemplos de habla a sus hijos. Esto quiere
decir que hablan con claridad y escogen palabras adecuadas para expresar sus
ideas. Los padres deben adaptar su lenguaje (el vocabulario y la longitud
de las frases) a la edad y el desarrollo del hijo. Aquí les ofrecemos algunas
sugerencias relativas al flujo o la velocidad de la dicción. ¿Tiene Ud. la
costumbre de hablar seguida y rápidamente? Es posible que su hijo trate de
imitar la dicción rápida de los padres antes de contar con el desarrollo verbal
necesario para hacerlo. En este caso, es mejor que Ud. hable más despacio,
pero sin exagerar la lentitud. Si son largas y complejas las frases de los
padres, el hijo comprenderá con dificultad, lo que puede afectar su capacidad
de responder bien. Sin exagerar la sencillez, se deben usar frases breves
y sencillas. Algunos padres tienen la mala costumbre de interrumpir el hablar
de su hijo, sobre todo cuando saben de antemano lo que va a decir. Esto le
hace presión al niño, que necesita tiempo y paciencia. Los padres deben acostumbrarse
a hablar y obrar con paciencia.
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El acto de hablar, debe ser algo agradable para su hijo: Los padres que escuchan bien y atentamente
a su hijo le ayudan a disfrutar de la comunicación, pero también hay otras
medidas que se pueden tomar. Desde el primer año de la vida del niño los padres
deben asociar el hablar con actividades agradables. El acto de cantar abrazando
o meciendo al hijo pequeño les da placer y recuerdos agradables tanto a los
padres como al niño. Vale la pena hablar con el niño acerca de experiencias
mutuas. Algunas madres inventan juegos de palabras para sus hijos de tres
o cuatro años, "¿Con qué sonido empieza la palabra 'balón'?" El niño puede
contestar con la letra "b" o con la sílaba "ba." Será mejor evitar los sonidos
que le dan miedo. Otra forma de juego puede ser pronunciar las letras de una
palabra como "gato" y preguntarle qué palabra forman las letras. Se puede
hacer el juego fácil o difícil según la capacidad del niño. Es una buena idea
enseñarle chistes y acertijos, pero no hay que reñirle si no los repite perfectamente.
Es asombroso lo rápido que adquieren los niños un sentido del humor.
Mediante
las diversiones verbales el niño aprende a disfrutar el hablar, lo que contrarresta
los efectos penosos de los reproches que son necesarios a veces. Es importante
que la familia entera preste atención a lo que dice el niño que tiene dificultades
de hablar, aunque sea necesario controlar las reacciones de los hermanos mayores.
Lo importante es evitar que, al tratar de hablar, el niño quede frustrado.
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Hay que leer o contar cuentos al niño:
Merece atención especial
la beneficiosa costumbre de leer o contar historias y cuentos al niño pequeño.
Los padres deben leerle o contarle algo a su hijo con frecuencia. Después
de oír sus historias favoritas repetidas varias veces, el niño sabrá repetir
algunas partes, contándolas en sus propias palabras. ¡Que lo haga cuanto quiera!
Los
padres que no sapan inventar historias pueden usar una foto y contar lo que ésta representa. Después de acostumbrarse el niño al procedimiento, permítale
que lo haga él. Le será más fácil empezar con fotos bien conocidas. También,
se le pueden contar historias basados en la niñez de los padres o en los años
anteriores de su propia vida. ¡Esto le encantará! No hay que contarle historias
"de miedo" aunque diga que le gustan. De vez en cuando vale la pena animarle
a contar una historia o experiencia propia, pero no se debe insistir en que
lo haga contra su voluntad.
- ¿Cómo ayudar al niño a expresar verbalmente sus sentimientos?: ¿Le dice Ud. a menudo a su hijo que le quiere
y que está orgulloso de él? Si los padres no le dan al hijo un buen ejemplo
a seguir, le será difícil aprender a expresar sentimientos íntimos.
¿Qué
cosas le parecen divertidas a Ud.? Si los padres tienen la costumbre de reírse
de las aflicciones ajenas le dan a entender a su hijo que esas cosas son divertidas.
Cuando él experimente parecidas aflicciones se dará cuenta que no son divertidas,
sino penosas, lo que le producirá un conflicto. Si Ud. se ríe de las penas
ajenas pero le enseña a su hijo a no hacerle daño al prójimo, él quedará perplejo.
Tal perplejidad afectará su pensamiento y forma de hablar. Será mejor que
aprenda que hay varias clases de humor, lo que es más fácil si Ud. le explica
las causas de su risa. Hay que reírse de las cosas divertidas en lugar de
las cosas que hacen daño.
La
próxima vez que su hijo exprese malhumor o rabia, Ud. debe prestarle atención,
aunque sea exagerada su reacción. Es mejor hablar con él acerca de la causa
de su cólera, que puede consistir en varios fenómenos: la frustración, las
experiencias desagradables, el sentimiento de que nadie le presta atención,
un empeño terco en salirse con la suya, una crisis emocional, un intento de
imitar la rabia de sus padres, el cansancio o la falta de sueño, o una mezcla
de varias causas. Tomando esto en cuenta, Ud. debe hablarle, sugiriendo mejores
modos de expresar sus sentimientos. Hay que enseñarle que es más fácil conseguir
lo que quiere sin crearse nuevos problemas con muestras de rabia. También
las otras emociones se pueden tratar de una manera parecida. Cuando el niño
sepa expresarse bien, quedarán reducidos los conflictos interiores que suscitan
los defectos de fluidez.
Guía para los Padres - No se angustie por la forma como habla su hijo.- Los niños captan rápidamente sus estados de ánimo. |
Cosas que no deben hacer los padres... - Completarle las oraciones y/o "adivinar" lo que el niño quiere decir. |
El comienzo. La verdad es que este período, entre los 2 y los 4 años de edad, se caracteriza por un explosivo desarrollo de las habilidades comunicativas y lingüísticas, entre otras. En relación al lenguaje, este desarrollo exige el manejo sincronizado de complejos mecanismos cognitivos, motores, sensoriales y relacionales. De este modo, no es extraño que en este proceso los niños presenten cierto grado de disfluencia normal, caracterizada por vacilaciones y repeticiones de sonidos, sílabas y/o palabras. Es la llamada "tartamudez fisiológica" del niño que está desarrollando su lenguaje y que debe ser entendida como una consecuencia de este complejo proceso de adquisición y no como una alteración del mismo. Un aspecto que cobra vital relevancia en este sentido, es la reacción que el medio ambiente muestra frente a estas disfluencias. Si cada vez que el niño repite o vacila al intentar expresarse, su interlocutor lo interrumpe burlándose, pidiéndole tranquilidad, terminándole la palabra o, simplemente mostrando algún gesto no verbal de desaprobación o impaciencia, entonces se producirá en el niño una autoconciencia respecto de su habla, la que será percibida como defectuosa. Esto generará paulatinamente ansiedad frente a los eventos de habla, lo cual producirá a su vez, mayor disfluencia, apareciendo signos de tensión y movimientos asociados que llamarán aún más la atención del oyente. De este modo, un hecho normal y transitorio dentro del desarrollo, ¿Qué hacer para evitarlo? Estas son algunas sugerencias para enfrentar las disfluencias tempranas de nuestros niños: - Evitar burlas por su habla: es necesario manejar el medioambiente total que rodea al niño, incluyendo hermanos, abuelos, tíos, primos, nanas, compañeros, educadores, etc. Si es necesario, el niño deberá ser aislado temporalmente de aquellas personas que mantienen la actitud de burla. - Rechazar muestras de desaprobación o ansiedad frente a sus disfluencias. Especial relevancia cobran en este sentido las actitudes no verbales, como el desviar la mirada mientras el niño está siendo disfluente. Invariablemente, este gesto será interpretado por el niño como un signo de desaprobación e impaciencia. También se sugiere no mirarlo con atención excesiva para que el niño no interprete la mirada del adulto como señal de angustia. - Evitar actitudes sobreprotectoras como el no exponerlo a situaciones de habla o terminarle las palabras. Por el contrario, es conveniente estimularlo a realizar conversaciones y descripciones simples de eventos, libros, etc., para darle la sensación de ser efectivo en el acto natural de la interacción verbal cotidiana. - No corregir las disfluencias y asegurarse de que nadie lo haga. Por ningún motivo corregir defectos de pronunciación ni gramática. En el fondo, debemos centrar nuestra atención en el contenido más que en la forma del mensaje de nuestros niños. Involucrarlo en juegos donde lo importante es la respuesta verbal, lo que se dice y no cómo se dice ( adivinanzas, enumeraciones, memoria, etc) - Evitar interrupciones, escuchar atentamente mientras el niño habla, dándole el tiempo que requiera para hacerlo. Del mismo modo, debemos vigilar que el niño pueda tomar el turno para hablar. Esto se hace especialmente relevante en las familias numerosas, donde la toma de turno entre los hermanos suele ser difícil. - Procurar un clima seguro en el plano afectivo y emocional, estimulando una relación cálida y cariñosa con padres y educadores, de manera que el niño se sienta aceptado y se incrementen sus sentimientos de seguridad en sí mismo. Mantener una disciplina tolerante y poco directiva. - Intentar reducir su excitación y tensión, evitando ambientes sobrecargados de estímulos. Procurar mantener rutinas, horarios, cantidad suficiente de horas de sueño y descanso, etc. - Comunicarse con el niño con un lenguaje claro, sencillo y comprensible, adecuado a su edad de desarrollo En fin, el niño debe sentirse siempre animado a hablar y comunicarse en un ambiente de aceptación y respeto. Si actuamos de esta manera, evitaremos que el niño interiorice esta forma de hablar y lo más probable es que las disfluencias disminuyan paulatinamente, hasta llegar a niveles normales. http://ceril.cl/P47_tartamudez.htm |